Nos ha tocado vivir una realidad
en la que todo ocurre en directo. Todos nos hemos convertido en reporteros con
más o menos repercusión y también en espectadores ávidos de recibir información
con el menor retardo posible, digerirla rápidamente y rebotárselas a otros.
Debido a la situación económica y
social que vivimos, estamos con nuestros cinco sentidos alertas a cualquier
cosa que pueda ocurrir, que nos explique cómo y quienes nos han traído hasta
aquí. Cada uno, en función de su situación y su ideología, interpretará la
realidad de una forma. Cada uno de nosotros pasa por su filtro lo que está
ocurriendo y lo re-crea.
Para aportar otras perspectivas
hemos creado esta sección, porque la realidad es esquiva y cuantos más puntos
de vista haya más nos acercaremos a ella.
Empezaremos con una imagen que ha
dado la vuelta al mundo. Se pudo tomar en los aledaños (siempre he querido usar
esta palabra. “¿Dónde quedamos?” – “En los aledaños del Oso y el Madroño”) del
Congreso con motivo del 25S, la manifestación organizada para protestar contra
las medidas que se están tomando y contra quienes las toman. Eso es lo que
pensaba yo hasta que se oyó a algún político (no voy a decir quien pero es una
mujer de cuyo nombre no quiero acordarme) decir que el 25S era como el 23F.
Desde luego si en la época de Tejero hubiese existido el Twitter quizá no hubiese
entrado en el Congreso. No soy muy experto en golpes de estado pero si se me
ocurre dar uno no creo que lo anuncie y pida permiso a la Delegación del
Gobierno, por eso de pillarlos por sorpresa. Manías mías.
Bueno, la dichosa foto es esta:
La foto no es mía, creo que es de Reuters y circuló por las redes sociales |
Todo el mundo se hizo eco de ella
a la velocidad de un porrazo. Claro, como no nos da tiempo a digerir la
información porque es una tras otra, la mayoría de la gente se pensó que a este
pobre chico le iban a dar la paliza del año.
Pues es hora de dar otra
alternativa perfectamente plausible. Para ello hace falta hacer algunas
aclaraciones.
Los seres humanos, cuando nacemos,
tenemos la laringe en una posición alta
en el cuello que nos permite tragar y respirar a la vez (mamar, que es lo que
hacen los que estaban dentro del Congreso). Sin embargo, al contrario que les
pasa a otros mamíferos, incluidos nuestros parientes cercanos, en el caso del
ser humano se produce un descenso de la laringe hacia los dos años de edad
(curiosamente cuando empezamos a hablar), que permite que la faringe cumpla su
doble función: permitir el paso de aire hacia la laringe, tráquea, bronquios y
pulmones, y el paso de alimentos hacia el esófago y el estómago. Este cambio
anatómico es el resultado de la
evolución ya que resultó una ventaja para poder hablar y convertirnos por tanto
en seres sociales y culturales, pero hace que nos atragantemos en ocasiones. Nada
es perfecto.
El caso es que a este pobre chico
le jugó una mala pasada la evolución. Con el ajetreo de la manifestación y ante
la necesidad de tomar alimento para obtener energía suficiente para las
carreras delante de los antidisturbios, se le ocurrió tomarse una barrita
energética, de esas con muchos cereales y frutos secos, con la mala suerte de que
un trozo de almendra se le fue por el “camino viejo” que dicen los abuelos, o
por la laringe que diría un listo con gafas.
Un policía que se dio cuenta de
la situación le dio golpes en la espalda. Como el chico estaba en ese momento
sentado frente a los demás policías, lo que hizo fue empeorar las cosas, ya que
la almendra se fue encajando más. Otro policía que se percató y ante la
urgencia, agarró al chico por la nariz y lo levantó. Claro, el chico que no
sabía si le querían salvar o apalear intentó salvarse a sí mismo metiéndose los
dedos en la boca. Lo que él no sabía y los policías sí porque han estudiado, es
que la obstrucción se produce muy abajo, y por tanto necesitarías un dedo como
el de ET para llegar. Es por eso que otros dos policías que se olieron la
tostada deciden agarrarle cada uno de un brazo. Mientras que le gritan a otro compañero
que le haga la Maniobra de Heimlich (hay que reconocerles el mérito con todo el ruido que había para decir Heimlich al unísono).
En esta maniobra hay que situarse
detrás de la persona atragantada,
abrazándola por debajo de sus brazos y colocando el puño cerrado de una de
nuestras manos por encima del ombligo y la otra mano sobre el puño cerrado y
efectuar varias compresiones abdominales (hacia adentro y hacia arriba) hasta
que el atragantado tose y expulsa lo que
provoca la obstrucción.
Como el chico estaba rodeado era
imposible que el policía se pusiese detrás así que lo que se le ocurre es
pegarle con la porra por encima del ombligo (el sito bueno lo tenía claro, no
tanto la forma de hacerlo).
El resto de policías de la foto
se acercaron, como buenos españoles, a dar su opinión e intentar colaborar.
Claro, a cada uno se le ocurre una cosa y no hay nadie para coordinar. Uno le
agarra por el cuello para ver si con el calor de su mano la laringe dilata y la
almendra queda libre y a otro se le ve con intención de levantarle las piernas
para ver si la gravedad hace su trabajo.
Como no se tienen noticias del
chico se ve que al final consiguieron salvarle la vida y por eso nos tenemos
que sentir orgullosos de nuestros servicios y fuerzas de seguridad.
Espero que a partir de ahora
antes de sacar conclusiones precipitadas valoremos otras opciones.